A pesar de lo que penseís, cualquier parecido con la imaginación es pura coincidencia.
Era sábado asique no había tráfico y llegó puntual a la biblioteca. Vió acercarse a su jefa cuando estaba aparcando el coche y cuando llegó a la puerta acababa de abrirla.
- Buenos días – Dijo Bibi.
- ¡Buenos días! – Dijo Esther, su jefa. – ¿Con ganas de trabajar?
- Por supuesto, nada mejor que trabajar después de terminar las vacaciones. No queda otra.
Ambas rieron y Esther fue indicando a Bibi de lo que se ocuparía. Se encargaría de rellenar algunas fichas y de mantener el orden en la sala superior de las 3 que había. Era la más silenciosa puesto que allí era donde estudiaban la mayoría de los universitarios y gente que preparaba oposiciones, asique no tendría que tener muchos problemas.
Cuando subió eran las 9:15 y todavía nadie había llegado.
“Que vagos son estos universitarios – Pensó Bibi- Creo que van a pasarlas canutas como sigan estudiando de esta manera. Bueno, ya me encargaré de ellos, primero a lo mío. ”
Mientras colocaba los libros en los estantes y fichaba los nuevos que habían comprado puso el aire acondicionado. Hacía un calor infernal allí dentro. Hasta las 10:30 no llegó el primer estudiante. Estuvo a punto de saludarle, pero recordó que estaba dentro de la biblioteca y que alli no podía hablar, además tenía cara de dormido.
“Te acabas de levantar ¿Verdad? – Pensó – Pues tranquilo, que yo te ayudo a despertarte ahora.”
Y mientras el joven se sentaba en su sitio y colocaba todos sus apuntes, apagó el aire acondicionado. No sería ella quien le congelara las ideas, era mejor asií calentito, para que el cerebro pensara con la ebullición.
El muchacho no se percato (estaba demasiado dormido). Mientras iban llegando más y más estudiantes, y a pesar de que les oía quejarse del calor que hacía allí dentro, no hizo nada al respecto. “Haber llegado antes”. La gente empezaba a sudar y el calor aumentaba. Pero eran ya las 11:00, la “hora del café”.
Bajó a buscar a su jefa para tomar el café.
Era sábado asique no había tráfico y llegó puntual a la biblioteca. Vió acercarse a su jefa cuando estaba aparcando el coche y cuando llegó a la puerta acababa de abrirla.
- Buenos días – Dijo Bibi.
- ¡Buenos días! – Dijo Esther, su jefa. – ¿Con ganas de trabajar?
- Por supuesto, nada mejor que trabajar después de terminar las vacaciones. No queda otra.
Ambas rieron y Esther fue indicando a Bibi de lo que se ocuparía. Se encargaría de rellenar algunas fichas y de mantener el orden en la sala superior de las 3 que había. Era la más silenciosa puesto que allí era donde estudiaban la mayoría de los universitarios y gente que preparaba oposiciones, asique no tendría que tener muchos problemas.
Cuando subió eran las 9:15 y todavía nadie había llegado.
“Que vagos son estos universitarios – Pensó Bibi- Creo que van a pasarlas canutas como sigan estudiando de esta manera. Bueno, ya me encargaré de ellos, primero a lo mío. ”
Mientras colocaba los libros en los estantes y fichaba los nuevos que habían comprado puso el aire acondicionado. Hacía un calor infernal allí dentro. Hasta las 10:30 no llegó el primer estudiante. Estuvo a punto de saludarle, pero recordó que estaba dentro de la biblioteca y que alli no podía hablar, además tenía cara de dormido.
“Te acabas de levantar ¿Verdad? – Pensó – Pues tranquilo, que yo te ayudo a despertarte ahora.”
Y mientras el joven se sentaba en su sitio y colocaba todos sus apuntes, apagó el aire acondicionado. No sería ella quien le congelara las ideas, era mejor asií calentito, para que el cerebro pensara con la ebullición.
El muchacho no se percato (estaba demasiado dormido). Mientras iban llegando más y más estudiantes, y a pesar de que les oía quejarse del calor que hacía allí dentro, no hizo nada al respecto. “Haber llegado antes”. La gente empezaba a sudar y el calor aumentaba. Pero eran ya las 11:00, la “hora del café”.
Bajó a buscar a su jefa para tomar el café.
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