jueves, 4 de febrero de 2010

El golpe

Desde aquí quiero felicitar Marina que hoy se nos hace un poco más mayor pero que lleva los años estupendamente :) Que cumpla muchos más y que le guste este relatillo que he escrito hoy (aunque la idea vino en examenes) y que por tanto le dedico.
Y para los que todavia no lo sepan: ¡VISITAD SU BLOG! ;P

La mesa estaba llena de planos, mapas, reglas, bolígrafos y post-it con anotaciones. Las paredes mostraban un eje temporal a lo largo del día con el devenir de las acciones de la gente que allí trabajaba, con diversos datos sobre sus gustos preferencias, y cosas que podrían hacerles demorar. La mesilla de al lado se encontraba llena de tazas de café que había usado y tan sólo restos de azúcar de color marrón hacían compañía a las cucharas que todavía reposaban sobre ellos.

Y en la puerta con un cigarro en la mano, un sombrero de gánster de los años 20 (muy acorde con su personalidad) y en traje se encontraba él. David Stenca, quien llevaba planeando ese golpe algo más de tres meses.

Estaba ultimando los detalles, memorizando las líneas de autobuses que pasaban cerca, las comisarias más cercanas, así como las farmacias, las peluquerías y los quioscos. Todos los dispersos datos de aquella habitación en su mente estaban ordenados. Cerró los ojos, pensó una vez más como sería todo y dio una palmada mientras los abría. “Show must start” o algo así que dirían los ingleses.

Apagó el cigarro, cogió el maletín de una silla en la entrada y miró el reloj. A las 9:54 salió de casa.
Recorrió el camino como tantas otras veces, con el margen de tiempo que se había dado por si se encontraba a alguien y tenía que saludarle. Los vecinos a esa hora no saldrían de casa (tenía también estudiados sus horarios), pero nunca se sabía.

Primera parada un quiosco cercano. Se compró el periódico y avanzó hacia las grandes letras de la entrada del edificio de la acera de enfrente. 3, 2, 1 Verde, dominaba hasta los semáforos.

Entró en el banco como un cliente normal, uno más, pendiente de sus cosas y se puso en la cola del mostrador. Había dos personas delante de él. Quizá no tardara demasiado. Miró sobre sus hombros, al fondo podía ver su botín.

Aguardo la cola mientras el ir y venir de gente era constante (teoría de colas, también estudiado), y miró el reloj: 10:39 estaba a punto.

Cuando llegó a la línea amarilla que le hacía aguardar su turno se empezó a poner nervioso. Y si algo no salía bien, y si algo fallaba. La cajera trabajaba sin ventana acristalada, todo sería más fácil.

- ¡El siguiente!

Su turno. Sólo una pequeña pared les separaba. Abrió su maletín y sacó el objeto de su interior. La cajera miró asombrada.

- Esto para ti - Dijo dándole la rosa. – ¡Y esto me lo llevo puesto! – Dijo mientras se subía en la barra para robarle un beso.

Hecho esto salió del banco corriendo mientras nadie hacía nada para impedírselo y se montó en un autobús que acababa de llegar a la parada. Su corazón latía a mil por hora. Otro crimen perfecto. Cerró los labios. Guardaría aquel botín con todos los anteriores.

4 comentarios:

Acuática dijo...

O_O
Jorge, me ha encantado. Gracias por este maravilloso regalo de cumpleaños. Has sabido combinar genial la temática "robos perfectos" que tanto me gustan con el espíritu del micorrelato, reflejado en la sorpresa final. En serio, muchísimas gracias :')
Mañana, el trozo de tarta más grande para ti ;)
Un besazo!!!

Iorgeus dijo...

Bieeeeeeeen! :) Me alegro de que te haya gustado! :)
Asique ya sabes lo que dice esa maravillosa cancion que tantas y tantas veces hemos oido: Y que cumplas muchos mas!!!! :)
Bzts!! :)

Thanos_Malkav dijo...

¡Genial! Me ha gustado mucho tanto el desarrollo minucioso del plan del robo, como el final inesperado :)

Falsirego dijo...

Muy bueno, Jorge.
¡¡Me ha encantado la historia!!

Nos vemos!!