Este relato es especial. Carente de sentido y muy absurdo, pero ¿Qué se puede esperar cuando lo escriben dos personas y cada una va escribiendo una linea? [Quitando que esas personas somos Miguel y yo]. Data del verano pasado y espero que de absurdo que es, os guste. Gracias a Miguel por hacer que una absurdez más fuera posible :) Seguiremos innovando :) (pdt: El parón anterior se debe a examenes y mudanza etcetera... Esperemos que en verano esto siga como hasta ahora) ¡Saludillos lectores!
María mira hacia adelante buscando su carro de residuos. En Cuenca los carros de residuos se han puesto de moda en el año 3048. Lo último es sacarlos a pasear por las noches mientras los niños corren detrás esperando cumplir los dieciocho para poder tener uno propio.
María acababa de comprarse el suyo, de hecho acababa de estrenarlo, pero decidió entrar en una fábrica de destrucción de objetos bonitos y codiciados. Ese carro era demasiado para entrar con él, así que decidió aparcarlo en aquel habitáculo que el ayuntamiento dispuso. Tenía muchas ganas de romper su collar de perlas verdes, hoy no combinaba con sus zapatos rojos. Al salir descubrió que no estaba su carro, ni el habitáculo, es más, ni siquiera estaba en Cuenca. Todo esto debía ser cosa de su ex hijo Roberto, que no cejaba en su empeño de sorprenderla. Pero esta vez había ido demasiado lejos. Miró a su alrededor, aquellas montañas no sugerían nada bueno, todo el mundo sabe que las montañas fucsias traen mala suerte a los conquenses. A sus espaldas la puerta había desaparecido. No tenía opción. Tenía que atravesar el umbral cósmico. Este tipo de umbrales son peligrosos, pero al final del túnel siempre espera un Iphone de emergencia. Tenía que llegar hasta él y rescatarse. Quien sabe cuántas vidas habría en juego en aquel mismo instante sin un iphone al que recurrir. Así que se armó de valor y comenzó a caminar hacía el pozo de entrada. El miedo ya no tenía lugar.
El canto agónico del iphone la sirvió de guía a través del angosto espacio. De repente algo le iluminó los pies. Miró al techo. Se encontraba en el interior de un claustro gótico-neobarroco.
- ¡Ya basta Roberto! Sabes que odio este sub-arte. Y no te hagas el sordo, sé que me escuchas.
- ¡No madre!- dijo una voz a su izquierda.- Yo también estoy encerrado en este universo vulgar.
- No te creo. Es la decimo quinta vez que me gastas una broma similar. Sólo el perro de tu hermana Jimena sabe controlar el bromoscopio. Y está de vacaciones con aquella pulga venusiana.
- Está bien ex madre. Me has pillado. Ahora que has descubierto todo no tiene sentido seguir este juego. Vas a morir aquí. Quien sabe si serán los gorriones naranjeros u otro insecto quien ponga fin a tu larga existencia.
Pero en aquel momento un arco se interpuso entre ex madre y ex hijo diciendo:
- Soy un arco conopial, y eso no lo puede decir todo el mundo. Sólo quería aclarar este aspecto. He venido del planeta 1234-H5 con mis hermanos conopiales. Y acabáis de invadir nuestra intimidad. Si no queréis admirar nuestra belleza os podéis marchar, hay muchos japoneses.
-¡oh, lo siento gran arco! No era mi intención. Quédate con mi ex hijo como ofrenda y haz con él lo que te plazca. ¿Serías tan amable de indicarme la situación del iphone de emergencia?
- Lo tengo aquí, en mi basa. Usa la opción salvar en momento de apuro y volverás a Cuenca.
Así lo hizo. Pero el arco la mintió: no regresó a Cuenca si no a un pueblo a tres kilómetros.
Volvió tan rápido como sus propulsores le dejaron mientras pensaba en su carro de residuos. Efectivamente, el carro se hallaba en el mismo sitió donde lo aparcó la última vez, aunque en su ausencia se había echado un novio y había tenido varios carritos y se quería independizar.
- Querido carro, no me esperaba esto de ti. En fin, qué se va a hacer. No me queda más remedio…
-Ostia, ostia – interrumpió el carrito- El tren no espera, es que esta hecho de pixeles.
- … que preparar una ensalada de repollo. Tú toma tu tren, que yo estaré bien sola, como vine al mundo. Ya lo decía mi madre: “No confíes en los carros de residuos, son malos”.
El canto agónico del iphone la sirvió de guía a través del angosto espacio. De repente algo le iluminó los pies. Miró al techo. Se encontraba en el interior de un claustro gótico-neobarroco.
- ¡Ya basta Roberto! Sabes que odio este sub-arte. Y no te hagas el sordo, sé que me escuchas.
- ¡No madre!- dijo una voz a su izquierda.- Yo también estoy encerrado en este universo vulgar.
- No te creo. Es la decimo quinta vez que me gastas una broma similar. Sólo el perro de tu hermana Jimena sabe controlar el bromoscopio. Y está de vacaciones con aquella pulga venusiana.
- Está bien ex madre. Me has pillado. Ahora que has descubierto todo no tiene sentido seguir este juego. Vas a morir aquí. Quien sabe si serán los gorriones naranjeros u otro insecto quien ponga fin a tu larga existencia.
Pero en aquel momento un arco se interpuso entre ex madre y ex hijo diciendo:
- Soy un arco conopial, y eso no lo puede decir todo el mundo. Sólo quería aclarar este aspecto. He venido del planeta 1234-H5 con mis hermanos conopiales. Y acabáis de invadir nuestra intimidad. Si no queréis admirar nuestra belleza os podéis marchar, hay muchos japoneses.
-¡oh, lo siento gran arco! No era mi intención. Quédate con mi ex hijo como ofrenda y haz con él lo que te plazca. ¿Serías tan amable de indicarme la situación del iphone de emergencia?
- Lo tengo aquí, en mi basa. Usa la opción salvar en momento de apuro y volverás a Cuenca.
Así lo hizo. Pero el arco la mintió: no regresó a Cuenca si no a un pueblo a tres kilómetros.
Volvió tan rápido como sus propulsores le dejaron mientras pensaba en su carro de residuos. Efectivamente, el carro se hallaba en el mismo sitió donde lo aparcó la última vez, aunque en su ausencia se había echado un novio y había tenido varios carritos y se quería independizar.
- Querido carro, no me esperaba esto de ti. En fin, qué se va a hacer. No me queda más remedio…
-Ostia, ostia – interrumpió el carrito- El tren no espera, es que esta hecho de pixeles.
- … que preparar una ensalada de repollo. Tú toma tu tren, que yo estaré bien sola, como vine al mundo. Ya lo decía mi madre: “No confíes en los carros de residuos, son malos”.
2 comentarios:
Es cierto, no tiene sentido alguno. Al principio creía que era una adaptación de la canción "Mi Carro" de Manolo Escobar, pero lo del Iphone me ha descuadrado totalmente.
me guta!:D
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